Publicado en días importantes, emociones positivas, Mi vida / My life

La memoria se va de mi mamá – 21 septiembre, Día Mundial del Alzheimer

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El 21 de Septiembre se celebró el Día Mundial del Alzheimer, es una enfermedad del cerebro que altera la capacidad de la memoria, el carácter y la manera de comportarse del paciente, lo importante es saber que NO es una manera normal de envejecer.

El Alzheimer empeora al pasar el tiempo, no hay manera de sanar. Primero se afecta  la pérdida de memoria, cosa que afecta las actividades diarias y el relacionarse con la gente; también hay otros síntomas como confusión, desorientación en lugares conocidos, problemas al hablar o escribir.

El Alzheimer altera TODA la vida regular que se ha tenido. TODA; y también la vida regular de la familia.

A mi mamá no le fue diagnosticado Alzheimer, pero sí demencia senil frontal, tiene afectado el lóbulo frontal del cerebro donde se alojan las funciones cognoscitivas de alta jerarquía como la percepción y la memoria, es una neurodegeneración que no tiene manera de sanar. El deterioro progresivo afecta la manera de comportarse socialmente, discriminar la realidad, tomar decisiones, apatía por cualquier actividad, a veces se muestran hostiles. Mi mamá tiene todos estos síntomas. Todos.

Tiene a su favor que es totalmente funcional en su espacio (casa), que sale a caminar y reconoce dónde está la casa de mi hermano, pero sé que en el tiempo esto también se va a perder.

Mi mamá tuvo una historia personal muy dura, viuda dos veces, siete hijos, de los cuales el mayor falleció en un accidente de tránsito, una vida de mucha lucha sobre todo contra el miedo a la pobreza. No tengo en mis recuerdos a una mamá que jugara conmigo o entendiera mi naturaleza; siempre quiso que fuéramos como ella creía que debíamos ser y hoy entiendo con mucha compasión, que lo que quiso fue que no desistiéramos por ser honestos y trabajadores; fue el único camino que conoció y creo que fue la manera de protegerse contra todo el dolor que le tocó vivir.

También creo que esa vida tan dura, la llevó a una extrema soledad y no pudo entender que divertirse, tener amigos, hacer algún pasatiempo y relacionarse socialmente, además de ser divertido, es una de las maneras de proteger el cerebro hacia la vejez; ya que el cúmulo de emociones positivas son sanadoras para cuerpo y alma.

Hoy es imposible incorporar a su vida cualquier actividad, no lo entiende, no puede, su cerebro ya no da para eso; ese ha sido uno de los aprendizajes más duros, sumado a ver quien fue una mujer de temple erguido, convertirse en una niña miedosa, duele, duele profundamente. Nunca hubiese querido que este fuese su cuadro final, pero lo es.

Ella cuenta con el cuidado extremo de mi hermana mayor y poco a poco el resto de mis hermanos se ha sumado a estar, ya con eso es suficiente.

En mi pasado viaje a verla, la vi mucho más deteriorada de lo que la vi en Navidad, la enfermedad va rápida, sé que en menos de un año la vamos a perder completo, aunque su cuerpo resista mucho más.

Queda la resignación, las historias incompletas, el no haber podido tener una mejor relación con ella, somos dos extremos. Pero si algo he logrado sobre todo en el último año es honrar su vientre, reconocerme parte de ella, saber que la fuerza que he tenido en la vida para hacer cosas viene de ella, no de mi papá. A medida que se ha ido deteriorando, el perdón también apareció como un salvador, para verla con mayor compasión y entendimiento.

La lección ya no es para ella, es para los que estamos alrededor, o por lo menos para mí.

Cuidar nuestro cerebro empieza con el cuido de nuestras emociones, amar más la vida, tener un propósito para estar este Planeta. Si me quedo en el dolor, enganchada en el -pudo ser y no es-, apegada a lo material que sobra, sin agradecer las cosas simples y honrar las trascendentales, sobre todo el tener listas pendientes con el perdón, estoy caminando directo a la demencia senil, porque tarde o temprano nuestro maravilloso cerebro nos va a querer proteger del dolor del pasado, apagando la memoria. Es más hermoso entonces recordar y aprender con amor de cada momento difícil, de cada momento alegre.

Hace poco un hombre que quise mucho me dijo que era parte de su pasado, que no lo fuese a -molestar-. Leí con cuidado y luz una y otra vez la frase que me escribió, primero entendiendo su confusión, porque el pobre creyó que al perdonarlo y ser amable con él, yo quería alguna especie de reconexión, no es así; son justo estos episodios de la vida los que envenenan espíritu y cerebro. Sigo agradeciendo que estuvo en mi vida y agradezco mucho más que ya no esté. Soltar amarras te permite viajar ligero, libre. Te protege del mal vivir.

Entrego la historia generosamente, porque a veces estas cosas se quedan a puerta cerrada y allí no le son útiles a nadie, ojalá cuando termines de leer este relato, tengas la voluntad de sanar tu pasado y ver que aunque no estemos en el mejor día, la vida sigue siendo una oportunidad.

Si tú quieres.