Publicado en Acciones para la paz, Bitácora Cebra en Costa Rica, Indígenas de Costa Rica, Mi vida / My life, voluntariado

Maleku territorio ingenuo

“Paili paito mijutu michia jue
colohna ian atami furaje”

(Que el Gran espíritu ilumine su mente y corazón y que la humanidad siempre proceda correctamente)
Wilson Morera Elizondo “Tafa” Indígena Maleku

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La Tierra canta, vibra, reconoce los pasos de sus verdaderos dueños, florece cuando una indígena pare, esa es la sangre que abona la vida en los territorios que aún preservan sus moradores antiguos.

Viaje 19 y 20 de Septiembre 2015

La realidad

No basta que los indígenas estén en nuestros países, no basta que han sobrevivido a la colonización y al desamor de los gobiernos modernos en toda Latino América; la sociedad civil de alguna manera debería sumarse en pleno a la protección de sus etnias, porque lo cierto es que ninguna política pública parece realmente hacerlo, aunque existan hermosos marcos legales o documentos, ciertamente no llegan a ningún lado, incluyendo la deserción escolar de los niños, ya que por la situación precaria que viven, deben sumarse a la búsqueda de sustento para el hogar. (*)

Este panorama de abandono no es muy distinto en Costa Rica, donde existen ocho pueblos originarios: Bribris, Cabécares, Térrabas, Bruncas, Ngöbes, Maléku, Chorotegas y Huetares (**), distribuidos en veintidós territorios (***) a lo largo del todo el país. Se habla en distintas noticias, que la Comisión Nacional de Asuntos Indígenas (CONAI), no representa realmente los intereses de estos ciudadanos y lejos de apoyarlos han sido piedra de tranca para la aprobación del Proyecto de Ley de Desarrollo Autónomo de los Pueblos Indígenas, documento que respalda en el Convenio 169 sobre pueblos indígenas y tribales en países independientes (1989), de la OIT (Organización Internacional del Trabajo).

Al momento de cerrar este post, se encontró publicado la denuncia de la etnia BriBris de Salitre al suroeste de la capital del país, por los distintos atropellos que sigue viviendo y la continua espera por la aprobación del marco jurídico que los proteja, aunque la La Corte Interamericana de Derechos Humanos (CIDH) ha ordenado a Costa Rica  tomar medidas para asegurarles la vida, cabe la pregunta, por qué tienen dos décadas esperando algo que les corresponde ( http://goo.gl/jrgTLO ).

Mientras este enredo local se mantiene sin resolver, personas de la sociedad civil levantan sus voces, manos y acciones para dar un poco de protección y amor a sus indígenas, en este caso hablo de Fundeico  https://www.facebook.com/FUNDEICO , Fundación de Desarrollo Indígena Ambiental de Costa Rica, liderado por Carlos Alberto Chaverri y su esposa Patricia Quesada, a quienes contacté hace aproximadamente tres meses antes de venirme a Costa Rica, porque me pareció muy interesante el trabajo que vienen realizando desde el 2013, debo decir que no me equivoqué.

Los Malekus

Apenas tocando suelo costarricense, contacté a Fundeico y tuve la suerte o sincronía de coincidir con un viaje pautado a San Carlos de Alajuela, donde está el territorio Maleku. Sería la primera visita de Fundeico a la comunidad y sin duda fue un ejercicio milagroso para los indígenas, y una gran oportunidad  de vida para mí al haber sido invitada a acompañarlos.

Un camión 350, repleto de alimentos donados por Procter & Gamble de Costa Rica, bajo el ejercicio de la ASEPG, la Asociación Solidarista de Empleados (P&G) http://www.asepg.com/ , y gracias a la gestión de Fundeico, fue entregado a los Malekus, quienes se distribuyen en tres comunidades: Margarita, Sol y Tongibe.

Los Malekus han habitado tradicionalmente en la cuenca del río Frío, cuyo origen en el volcán Tenorio, actualmente viven en la Reserva Indígena de los Guatusos, establecida en 1976, con una extensión de 2.994 hectáreas, perteneciente a la Provincia de Alajuela. Para el 2011 según  el Censo Nacional de Población y Vivienda de Costa Rica, contaban con 1.780 pobladores.

Por tener un acceso tan cercano a las zonas urbanas, los Malekus han sido impactados en sus tradiciones y forma de vida, como la presencia del idioma español y creencias religiosas diferentes, con estas características, son lo que podría decir -poco indígenas -, sumado a una gran cantidad de moradores criollos, lo que ha aumentado el mestizaje. De voz de sus líderes, están luchando por recuperar  la ocupación total de las tierras asignadas, lucha de larga data. Mientras, sobreviven (literalmente) de la artesanía y una gestión del turismo poco estructurada.

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Gente de bien

El equipo que viajamos hasta esta noble tierra, nos distribuimos de manera espontánea las actividades, fue como de toda la vida haber trabajado juntos. Cámara en mano me dediqué a capturar los rostros, sobre todo de los niños, me eran totalmente familiares, su mezcla es demasiado parecida a la de los niños venezolanos, al final somos una misma raza, una mezcla divina bajo un sol que sofoca en cualquier rincón latino.

Debo confesar que antes del viaje no tenía ni idea a dónde iría, cuánta distancia rodaríamos desde San José,  cuáles serían las condiciones, con quién y como dormiría o comería; nada, lo único que sabía es que iría con Carlos, de Fundeico, un señor que había sido amable conmigo por Facebook y que aceptó que esta pata caliente cebra fuese con ellos. Como decimos algunos «todo en manos de Dios».

Carlos me puso en contacto con otro personaje increíble, el señor Oscar Sojo Alemán dedicado a documentar las tradiciones costarricenses, quien amablemente me llevó desde San José hasta Ciudad Colón, donde de verdad empezaría el viaje hacia los Malekus; en el camino nos unimos al equipo de Procter & Gamble, un grupo de voluntarios de Sanité (laboratorio cosmético) y dos de los fieles compañeros de Fundeico: Silvia Mora y Anthony Solórzano.

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Lo que recibieron los Malekus 

Alimentos, les entregaron unas bolsas inmensas, a las cuales llaman diario, el cual contenía: arroz, pasta, cárnicos, jabón, mantequilla, frijoles, azúcar, aceite. Sé que no resolverá el problema de raíz, pero sin duda aliviará la angustia por un tiempo, nada más afixiante que tener familia y no saber si se les puede dar de comer.

Organización, antes del viaje se hizo un censo con algunos líderes de la comunidad, de allí salió el cálculo para la cantidad de alimentos que P&G necesitaba donar, sin embargo muchas personas un poco renuentes, o ya muchas veces engañadas, no se anotaron, lo que trajo como consecuencia que en plena asamblea a no menos de 40 grados, se tuvo que organizar de nuevo por sector y tratar de alcanzar la mayor cantidad de familias posibles con la dotación. En un ejercicio pleno de democracia, mucho caos y ruido, las mujeres escogieron a sus representantes ante Fundeico, y poco a poco, casi a fuego lento, por tanta humedad y calor, lograron organizarse, así como entender la necesidad de tener el censo comunitario al día.

Solidaridad, nadie de la comunidad nos conocía, tampoco nadie de la comunidad nos rechazó. Fueron extremadamente amables, cercanos, nos cocinaron almuerzo, nos dieron café, arepa de trigo en la tarde (igual a la andina venezolana), se dejaban tomar fotos y cuando se les preguntaban cosas, respondían con total generosidad, sin temor. Ellos saben que tal vez no nos vuelven a ver, ojalá sí, pero hicieron del encuentro algo afable. Al final de la extenuante jornada, ya entrando la noche tuvieron la gentileza de mostrarnos en una quieta fogata, la representación de sus trajes y lengua nativa; hablaron de sus necesidades, se escurrió el dolor entre sus palabras, el abandono del gobierno local y nacional que viven como parte de su piel. Fueron como deberíamos ser regularmente los Seres Humanos: genuinos.

Me sentí agradecida. Al final el ejercicio de la solidaridad es una muestra de amor. Dimos y recibimos.

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Qué recibí yo

En ese ir y venir con la cámara, niños de la comunidad se quedaron a mi lado, curiosos y ávidos de mi acento, de tomar fotos con la -gran cámara-, como ellos la llamaron. Dany, Yareth y Luis Antonio, fueron mis guías en la comunidad, hicieron que me remojara en el río Sol, cosa que me permitió honrar a la diosa de las aguas (Oshun),  y por supuesto a los tres los considero mis nuevos amigos, de esa experiencia escribiré a detalle en el próximo post: Tres ángeles indios.

Ternura, con las mujeres Maleku que conversé, incluso de las blancas que se han casado con indígenas, recibí abrazos donde el calor ambiental dejó de importarme, para aceptar el calor corporal de quienes tal vez solo tienen eso, su cuerpo. Cada niño que estuvo conmigo fue generoso, se acurrucaban sin recelo, se reian de mi acento, de lo nuevo. Tres de ellos que serán los protagonistas del siguiente post, me dieron compañía, una cayena para adornar mi cabello y una mandarina arrancada después de treparse a  lo alto del árbol porque era la única madura.

La ternura es un puente amoroso, único y sanador.

Amistad, mis compañeros de viaje, son mis nuevos compañeros de vida, de Fundeico no me voy a ir, sé que llegué al lugar adecuado para entregar amor y aprender de la tierra de mi papá, además continuar con mi vocación de servicio hacia los indígenas. Es mi manera de agradecer lo que ya he recibido, y lo que estoy por recibir de esta tierra costarricense.

Paisajes, todo ante mis ojos era nuevo, no me dormí ni un ratico del viaje, estaba como niña con juguete nuevo, dispuesta a observar todo, saborear, oler. Quedé enamorada del verde de Alajuela que resiste a las altas temperaturas y de la sequía digna con la que ha sostenido Guanacaste, amé el último rayo de sol que me entregó Puntarenas. Palpe, caminé y brinqué en el barro esponjoso, que de tanto calor se hacía tornasol. Camine sofocada pero feliz en la falda del Volcán Tenorio para encontrarme con el prodigio natural de Río Celeste, lugar al que fuimos después del territorio Maleku. Debo volver a terminar de sorprenderme. Recorrí un largo trecho de ida y de vuelta con los ojos llenos de amor, agradecida de mi 50% costarricense, tratando de entender en el susurro del viento, lo que mi papá y abuelos, desean que haga aquí.

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Río Celeste, una mágica cascada totalmente azul, en el Volcán Tenorio

Mientras logro entender tantas emociones que están subiendo y bajando dentro de mí, quiero expresar en estar últimas líneas de este particular reportaje, mi total agradecimiento a Carlos, quien lo llaman Pluma Blanca y a su esposa Patricia; por a haber dejado que esta curiosa cebra viajara con ustedes y que siga viajando, colaborando. Hay mucho por hacer.

Que Dios sea generoso con nuestras poblaciones indígenas a través de todos los que quieran colaborar con esta gran misión.

Para Diciembre iremos a Talamanca a entregar regalos de navidad, si deseas colaborar con juguetes, ropa de niños y zapatos, les dejo las coordenadas de Fundeico, tal vez no todos puede ir, pero si muchos pueden enviar su cuota de esperanza para los indígenas costarricenses; si desean donar en Colones o Dólares, por correo les pueden dar los datos bancarios.

Facebookhttps://www.facebook.com/FUNDEICO

Mail: fundeico@gmail.com

Teléfonos:  (506) / 2249 0351 / 8308 3146 / 8691 8181

Si deseas ver todas las fotos, la galería es: https://flic.kr/s/aHskhSvwUs

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Fuentes electrónicas:

(*) Organización Internacional del Trabajo, OIT www.ilo.org/ipecinfo/product/download.do?type=document&id…

(**) Atlas digital de los Pueblos indígenas de Costa Rica, Universidad de Costa Rica    http://goo.gl/mKEdv1

(***) Guías de Costa Rica http://guiascostarica.info/cultura/culturas-indigenas/